(Lenin, 1919)
En la cuestión nacional, la política del proletariado que ha conquistado el poder estatal, a diferencia de la proclamación formal democrático-burguesa de la igualdad de las naciones, imposible bajo el imperialismo, consiste en aplicar invariablemente en la práctica el acercamiento y fusión de los obreros y los campesinos de todas las naciones en su lucha revolucionaria por el derrocamiento de la burguesía.
Para conseguir este objetivo, es preciso liberar por completo a las colonias y a las demás naciones que habían estado oprimidas o que no gozaban de la plenitud de sus derechos, concediéndoles la libertad de separarse, como una garantía de que habrá de disiparse totalmente esa herencia del capitalismo que es la desconfianza de las masa trabajadoras de distintas naciones y la irritación de los obreros de las naciones oprimidas contra los obreros de las naciones opresoras, sustituyéndolas por una unión consciente y voluntaria.
Los obreros de las naciones que bajo el capitalismo habían sido naciones opresoras mostrarán particular prudencia en lo que respecta a los sentimientos nacionales de las naciones oprimidas (por ejemplo, los rusos, ucranianos y polacos respecto a los judíos, los tártaros respecto a los bashkires, etc.) y contribuirán no sólo a establecer de hecho la igualdad de derechos, sino también a desarrollar el idioma y la literatura de las masas trabajadoras de las naciones antes oprimidas, a fin de hacer desaparecer todo vestigio de la desconfianza y del aislamiento que la época del capitalismo ha dejado en herencia.
—Vladimir Ilich Lenin, publicado el 23 de febrero de 1919 en el nº43 del periódico ‘Petrogradskaya Pravda’.
En la cuestión nacional, la política del proletariado que ha conquistado el poder estatal, a diferencia de la proclamación formal democrático-burguesa de la igualdad de las naciones, imposible bajo el imperialismo, consiste en aplicar invariablemente en la práctica el acercamiento y fusión de los obreros y los campesinos de todas las naciones en su lucha revolucionaria por el derrocamiento de la burguesía.
Para conseguir este objetivo, es preciso liberar por completo a las colonias y a las demás naciones que habían estado oprimidas o que no gozaban de la plenitud de sus derechos, concediéndoles la libertad de separarse, como una garantía de que habrá de disiparse totalmente esa herencia del capitalismo que es la desconfianza de las masa trabajadoras de distintas naciones y la irritación de los obreros de las naciones oprimidas contra los obreros de las naciones opresoras, sustituyéndolas por una unión consciente y voluntaria.
Los obreros de las naciones que bajo el capitalismo habían sido naciones opresoras mostrarán particular prudencia en lo que respecta a los sentimientos nacionales de las naciones oprimidas (por ejemplo, los rusos, ucranianos y polacos respecto a los judíos, los tártaros respecto a los bashkires, etc.) y contribuirán no sólo a establecer de hecho la igualdad de derechos, sino también a desarrollar el idioma y la literatura de las masas trabajadoras de las naciones antes oprimidas, a fin de hacer desaparecer todo vestigio de la desconfianza y del aislamiento que la época del capitalismo ha dejado en herencia.
—Vladimir Ilich Lenin, publicado el 23 de febrero de 1919 en el nº43 del periódico ‘Petrogradskaya Pravda’.