Rafa Larreina, candidato de la coalicion frentepopulista Amaiur, fundamentalista cristiano miembro del Opus Dei y dirigente de la burguesa Eusko Alkartasuna |
El frente popular: no una táctica sino el mayor de los crímenes
Desde España en 1936 hasta Chile en 1973, oportunidades maduras para la revolución proletaria han sido descarriladas a través del mecanismo del frente popular, que ata a los explotados a sus explotadores, y abre el camino a dictaduras fascistas y bonapartistas. León Trotsky afirmó: “Al adormecer a los obreros y campesinos con ilusiones parlamentarias, al paralizar su voluntad de lucha, el Frente Popular genera las condiciones favorables para el triunfo del fascismo. El proletariado pagará la política de coalición con la burguesía con años de tormentos y sacrificios, si no con décadas de terror fascista” (“El nuevo ascenso revolucionario y las tareas de la Cuarta Internacional”, julio de 1936).
Como Lenin y Trotsky, la LCI se opone en principio a toda coalición con partidos capitalistas (“frentes populares”) tanto en el gobierno como en la oposición, y nos oponemos a votar por los partidos obreros en frentes populares. Gobiernos parlamentarios formados por partidos obreros reformistas (“partidos obreros burgueses”, como los definió Lenin) son gobiernos capitalistas que administran el dominio capitalista (ej., los numerosos gobiernos del Partido Laborista en Gran Bretaña). En los casos en los que los partidos obreros reformistas de masas se presenten como representantes de los intereses de la clase obrera, independientes de y contra los partidos burgueses, puede ser apropiado que los revolucionarios apliquen la táctica del apoyo crítico (“del mismo modo que la soga sostiene al ahorcado”). Ese tipo de apoyo electoral crítico sirve como un medio para que los revolucionarios exacerben la contradicción entre la base proletaria y la dirección procapitalista. Sin embargo, la inclusión de una formación política no proletaria por pequeña que sea (como los liberales, los eco-maniacos “Verdes” en Occidente, o los nacionalistas burgueses) actúa como garante del programa burgués, suprimiendo esta contradicción.
El “frente único antiimperialista” es la forma particular que la colaboración de clases asume con mayor frecuencia en los países coloniales y excoloniales, desde la liquidación del Partido Comunista Chino en el Guomindang de Chiang Kai-shek en los años 20 hasta las décadas de postración de la “izquierda” sudafricana ante el Congreso Nacional Africano (CNA), que se ha convertido en una fachada patrocinada por el imperialismo para el capitalismo del neoapartheid. Hoy, en América Latina, el nacionalismo “antiyanqui” es la herramienta principal con la que los obreros combativos y los campesinos insurgentes son inducidos a poner sus esperanzas en los burgueses “radicales”. El programa de Trotsky de la revolución permanente es la alternativa a la confianza en fantasías respecto a la atrasada burguesía dependiente del imperialismo del propio país oprimido como el vehículo para la liberación.
--LCI: Declaracion de principios
Borbon y Cayo Lara, dirigente de Izquierda Unida, el frente popular del PCE